En los momentos presentes una preocupación común se adueña de las mentes más preclaras y de los corazones de muchos españoles. Resulta de cándidos pedir que en Ginebra haya luz y taquígrafos cuando se reúnen un delincuente y su cómplice, al abrigo de una alcahueta de guerrilleros, que, aunque diplomático, desconoce que en España no hay guerrilla desde los tiempos del maquis.
Mejor que verifique que la ETA y los CDR son terroristas, no guerrilleros. Los maquis nunca mataban por la espalda, según un general de la Guardia Civil que combatió a aquellos guerrilleros, los cuales luchaban por un pedazo de pan y algo de ropa más que por defender la II República. Menudo cuento el de aquella República. Izquierda y derecha conspiraban contra ella día tras día. Nadie la quería, salvo Marañón, Ortega y Madariaga. Y el marxismo se la llevó de calle convirtiéndola en un apéndice de los soviets. Aunque ignorante, el maquis no era tonto. Hoy en la izquierda española hay de todo: tontos (Page y Vara), ignorantes (Urtasun), malvados (Sánchez), paranoicos (Yolanda), en excedencia (la pareja Iglesias–Montero) y honrados (aquellos que se avergüenzan de Sánchez).
El secretismo ginebrino impide conocer qué es lo que Galindo ha de verificar. Pero conociendo a los verificados, ambos desesperados al pender sobre ellos todo el peso de la ley, que tenga cuidado el verificador porque, probablemente, no cumplirán lo acordado. En eso Sánchez, es perito. Puigdemont, un ser más vacilante, que declaró y anuló la independencia en un santiamén. Lo que allí se acuerde nunca podrá llevarse a cabo, ya por caso fortuito, ya por fuerza mayor. Los españoles siempre se han resistido a ser vendidos mediante pactos en el extranjero. Dentro de nuestras fronteras, podría pasar, pero que la imposición venga del extranjero y, además, auspiciada por un salvadoreño, que más que salvador, será hacedor del posible hundimiento de España, no logrará imponer la mansedumbre del rebaño.
Sánchez está recorriendo el camino clásico del demagogo que evoluciona hasta las posiciones del gobernante autoritario, rayanas con la delincuencia. Su ramalazo de autoritarismo se palpa en sus deseos de controlar las instituciones: el Congreso de Armengol, la Fiscalía de Ortiz, el Tribunal Constitucional de Pumpido, el Consejo de Estado, aunque ya sin Valerio, la RTVE, la SER, la Sexta, el INE, Indra, la CNMV la CNMC, el Senado, contra el que ha levantado un muro como el de Berlín, y aun persigue el control del Banco de España, del resto de la prensa, de la Federación Española de Fútbol, de la Liga… Y, a través del centralismo fiscal, pretende manejar el sistema de financiación autonómica, o sea, a Ayuso, aunque conociendo a la madrileña le resultará imposible.
Ante el desplome de las instituciones, a la ciudadanía solo le cabe la opción de una señera tarea de reconstrucción del Estado de Derecho, dinamizada por la libertad y la concordia, que siempre ha sido, es y será el motor de la historia. Porque tras Sánchez, ni las instituciones quedarán en pie.
Artículo publicado por Raúl Mayoral Benito en el diario digital El Imparcial el 3 de diciembre de 2023. https://www.elimparcial.es/noticia/262347/opinion/el-verificador.html
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