26 de febrero. San Porfirio de Gaza (352-421)

Macedonio de Tesalónica, Porfirio, veinteañero, deja su familia y riquezas para hacerse monje en las soledades del desierto egipcio. Más tarde vivirá en una cuerva a orillas del Jordán, a fin de visitar diariamente el Calvario. Se santifica en soledad, orando, ayunando, entregándose a mil austeridades y siendo custodio de un pedazo de la vera cruz al que atribuye la curación de dolencias.

Hacia los cuarenta años, su reputación en la zona es tal, que se le ordena sacerdote y en 396 es consagrado obispo de Gaza, tierra pagana donde murió Sansón. Su labor allí como pastor de almas no fue fácil. Tropieza con fuerte resistencia. Y en su intento de convencer a los testarudos idólatras de Gaza, pide ayuda al emperador Arcadio, quien manda tropas para evangelizar manu militari aquella región destruyendo ídolos y arrasando sus templos, Se suceden revueltas en las que Porfirio está a punto de perder la vida.

Desde entonces, modera su celo comprendiendo que los métodos violentos son contraproducentes. Prefiriendo ser yunque a martillo, se dedica con santa mansedumbre a colaborar con la Gracia de Dios sin empeñarse en hacerlo él todo por su cuenta. Por eso, San Porfirio se ganó el Cielo.

Fuente. La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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