26 de marzo. San Braulio (590-651)

Se ignora donde nació. Sí se sabe que se educó con su hermano Juan, obispo de Zaragoza. Braulio fue muy versado en humanidades y completó su formación en Sevilla, junto al gran San Isidoro. A la muerte de su hermano (631), Braulio le sucede en la sede episcopal zaragozana. Dos años más tarde se encuentra por última vez en el Concilio de Toledo con su amigo y maestro Isidoro rogándole que le envíe el libro de las Etimologías, al parecer compuesto a petición suya.

Uno y otro intercambian cartas admirables de piedad, cariño y bibliografía, porque Braulio es un incansable bibliófilo. Tras la muerte de San Isidoro, será en un nuevo concilio toledano, donde su amigo se revela como heredero y sucesor de aquella lumbrera, figura de mayor reputación dentro de la Iglesia española.

En los años finales de su vida, San Braulio multiplica su actividad: influye en los reyes, responde al Papa Honorio con tanto respeto y veneración como energía, ya que el pontífice reprocha injustificadamente a los obispos de España su supuesta lenidad, es autor de himnos que se incorporan a la liturgia mozárabe, atiende a todo género de consultas y gobierna su diócesis con bondad y criterio firme. Ya casi ciego y con la salud muy quebrantada, sigue buscando afanosamente códices para adquirir y copiar. Encabezaba sus cartas como «siervo inútil de los Santos de Dios».

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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