Inglés, del condado meridional de Dorset, formado en la abadía de Sherborne, Esteban Harding pasó al continente siendo muy joven y se hizo monje en Molesme, en la Borgoña, donde San Roberto buscaba fórmulas de observancia más estrictas de la regla benedictina. Insatisfechos con los resultados, Esteban, Roberto y otros se trasladaron a Citeaux, no lejos de Dijon, para fundar una nueva comunidad. Así, nacería el Císter, los monjes de hábito blanco por contraste con el negro del entonces floreciente hasta el anquilosamiento de Cluny.
En 1109 San Esteban fue durante veinticinco años el tercer abad del Císter, siendo maestro de un novicio, San Bernardo, que daría horizontes más amplios al ideal cisterciense. Redactó la Carta de caridad, una nueva regla que lleva su sello personal, con una espiritualidad austera y exigente.
«Siempre alegre en el Señor», según dice de él su primer biógrafo, es el santo que en toda situación sabe estar en su sitio; buscando mayor rigor y perfección cuando el alma lo pide, gobernando cuando hay que gobernar, eclipsado en cierto modo por el brillo genial de San Bernardo, con la humildad sin lucimiento al servicio de Dios.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.