Es el apóstol del recambio, el sucesor de Judas Iscariote, a quien después de la Ascensión se elige echando suertes. Los apóstoles tenían que seguir siendo doce, y para llenar el hueco que ha dejado el traidor elegirán a este Matías, de quien muy poco se sabe.
Tal vez evangelizó la Judea y se supone que murió lapidado y decapitado ante el Templo de Jerusalén. Sobre sus reliquias hay dudas: ¿Llevadas a Roma o a Tréveris? Matías es un apóstol de escaso perfil, del que sólo conocemos la anécdota de su elección. Hombre llamado para taponar el vacío del mal con la santidad. Él ocupa modestamente esta vacante sabiendo que no puede competir en reputación con el estruendo maligno.
Silencioso y oscuro, San Matías, decimotercer apóstol que representa la humilde cristianización de los puestos que el mal ha hecho famosos y que han de ser redimibles. Todo el mundo se acordará siempre de Judas y muy pocos de Matías, pero para eso está, para emplearse en el bien allí donde se le elige.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol