La jauría excluyente

Hace un siglo el nacionalismo, aquella enfermedad infantil como la llamara Einstein, el sarampión de la Humanidad amenazaba a una Europa que en quince años padecería una segunda guerra civil, siendo también a la postre una segunda guerra mundial. Un nacionalismo ruso que desembocaría en el totalitarismo soviético sobre el armazón del Partido comunista, un nacionalismo italiano que generaría otro totalitarismo, el fascismo, sobre el eje del Estado, y un nacionalismo alemán que confeccionaría una ideología totalitaria sobre el concepto de raza fueron la cizaña en los trigales de Europa.

En su obra El fin del armisticio, Chesterton diferencia dos tipos de patriotas: el patriota ordinario que ha recibido la educación de perro guardián y el patriota que ha sido amaestrado como una jauría de perros de caza. El primero vigila su propia puerta y puede permanecer dentro de la cerca, incluso, sin estar sujeto por la cadena. El segundo ha sido adiestrado para seguir pistas saltando vallas y atravesando campos, lo que supone un peligro para los vecinos. Los tres nacionalismos citados fueron expansivos y excluyentes, es decir, fueron un peligro para sus vecinos.  

Un siglo más tarde, siguen deambulando por la historia nacionalismos trasnochados y anacrónicos y, por supuesto, también expansivos y excluyentes, que resultan dañinos para sus vecinos. El nacionalismo catalán está vertebrado en torno a la lengua, elemento diferenciador y divisor como en otra época lo fueron la nación, la raza, el partido o el Estado. En el acuerdo entre el Gobierno central y ERC para investir a Illa presidente de la Generalidad hay un apartado que nada tiene que ver con el asunto fiscal de la quiebra del principio de solidaridad del Estado autonómico. Y ese asunto es que el catalán sea la lengua que se use por la Administración catalana en relación con los ciudadanos en lo que es “el ámbito lingüístico catalán”. Obsérvese que no se circunscribe ese uso al territorio geográfico de la Comunidad Autónoma de Cataluña, sino a otro espacio diferente que se ajusta al pretendido ámbito de habla de la lengua catalana. El nacionalismo catalán siempre persiguió extender su influencia a otras regiones españolas como la Comunidad Valenciana o la de Islas Baleares. ¿Volvemos a la jauría de perros?

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