18 de agosto. Santa Elena (250-330)

Nacida en Drepanum, junto al Bósforo, Elena era de origen humilde, quizá criada en una hospedería. Su belleza debió de cautivar a un oficial romano famoso por la palidez de su cara, Constancio Cloro, y vivió con él en diversas guarniciones del imperio. De esta unión nacería en un lugar de la actual Serbia el futuro emperador Constantino.

Repudiada en el año 292, casi nada se sabe de ella hasta que Constantino empieza a reinar en el 306, llama a su madre a la corte de Tréveris y la colma de honores dándole el titulo de «augusta» y haciendo que se acuñen monedas con su imagen. Aunque ignoramos cuándo se convirtió, por este tiempo era ya cristiana y se sabe que erigía muchas iglesias y daba sonados ejemplos de humildad y caridad.

Llegamos a su vejez, el emperador dista mucho de ser cristiano, pero protege a la Iglesia, y la respetadísima emperatriz madre decide entonces peregrinar a Tierra Santa, donde funda una basílica en el Monte de los Olivos y otra en Belén. Empeñada en encontrar la vera Cruz, parece que Santa Elena finalmente lo consiguió en Jerusalén, y dividida en pequeñas porciones las repartió por toda la Cristiandad, dando al mundo esta singular reliquia del Hijo de Dios encarnado, metido en la geografía y en la historia, muerto por los hombres en dos tangibles pedazos de madera.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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