25 de agosto. San José de Calasanz (1558-1648)

Un sacerdote aragonés, abogado y teólogo, después de ser secretario de obispos, en 1592 se dirigió a Roma para obtener una canonjía, y allí le impresionó algo que estaba a la vista de todos, pero que se consideraba irremediable: miles de niños pobres sin escuela y sin nadie que se ocupase de ellos.

Organizar su enseñanza gratuita se juzgó utópico, y tal vez peligroso, pero a fines del siglo ya era un hecho, en 1617 las Escuelas Pías constituían una esplendorosa realidad en Italia, y los escolapios trabajaban ya en España, Polonia, Hungría, Francia y Austria. Un rapidísimo crecimiento que iba a traer graves problemas. La santa impaciencia de José y sin duda fallos de imprevisión provocaron movimientos internos de rebeldía en la orden y un provincial intrigante y ambicioso, el Padre Sozzi, hizo lo demás: con el apoyo del Santo Oficio consiguió procesar al fundador, que tenía entonces más de ochenta años, y que se le destituyera como superior perpetuo.

Calumniado y sufriendo por la división entre sus hijos, San José de Calasanz soportó muchas humillaciones del modo más dócil y obediente, y murió después de ver la disolución de la orden en 1646, la cual renacería diez años después. Para Dios cuenta infinitamente más la santidad de un hombre que la empresa a la que dedica su vida.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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