31 de agosto. San Ramón Nonato (1200-1240)

Lleva un extraño sobrenombre, «el que no nació «, que parece significar «el que no existe», porque se le extrajo del vientre de su madre ya muerta. Por eso es el santo patrón de las parteras y comadronas, las que ayudan a nacer y luego se eclipsan porque ya no son necesarias. En la Cataluña de principios del siglo XIII, Ramón será un hombre oscuro por las circunstancias, alguien que no está destinado a brillar, sino a cumplir una misión sacrificadísima y silenciosa. Po ello se sabe poco de él, pareciendo una humilde sombra que se oculta a sí mismo, una existencia poco vistosa, casi malograda.

Después de ingresar en la orden de la Merced, se dedica a redimir cautivos de manos de los piratas berberiscos, lleva su celo hasta el punto de quedarse en rehén cuando falta el dinero, y en las cárceles del norte de África se le apalea y se le cierra la boca con un candado para impedirle predicar su fe.

Por fin, cuando llega su rescate, puede regresar y el Papa Gregorio IX le crea cardenal, reconociendo sus virtudes y su caridad heroica, pero va a morir muy pronto, antes de cumplir cuarenta años, sin tiempo siquiera para acudir a Roma. Dícese que a falta de sacerdote, el propio Cristo le administró el viático, premiando así su gran amor eucarístico. A San Ramón se le suele representar con una custodia en la mano derecha.

Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

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