Llevaba una vida solitaria como monje del desierto, fue discípulo de San Antonio abad y se le atribuye la conversión de la cortesana Tais, introducida en el santoral el 8 de octubre. Pafnucio tuvo que abandonar su vida solitaria al ser nombrado obispo de la Tebaida superior. Durante una persecución de cristianos fue objeto de tales torturas que perdió un ojo y resultó mutilado en una pierna.
Estos padecimientos por la fe explican que se le tratara con especial deferencia en el primer Concilio de Nicea (325), el que condenó a los arrianos, y durante el cual se dice que el emperador Constantino se honraba en besar la órbita vacía del santo. Diez años después participó también en el Concilio de Tiro.
En Nicea San Pafnucio manifestó criterios más equilibrados y abiertos que otros muchos padres conciliares que ni habían sido monjes en la Tebaida ni habían sufrido en sus carnes la persecución como él. Mientras algunos trataban de imponer a los obispos, sacerdotes y diáconos que estaban casados, la obligación de separarse de sus esposas para continuar con su ministerio, el santo abogó por mantener la disciplina existente hasta entonces, que prohibía contraer matrimonio después de la ordenación.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.