Campesino brabanzón de Anderlecht, modelo de trabajo y de piedad, que por sus altas virtudes fue requerido para prestar sus servicios como sacristán en la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, muy cerca de Bruselas. En un momento dado a Guido le tentó el comercio, y en una operación desafortunada perdió todos sus ahorros. Entonces, se impuso a sí mismo siete años de penitencia, durante los cuales se dedicó a peregrinar, estando en Roma y dos veces en Tierra Santa.
Murió poco después de su regreso como alguien completamente desconocido y fue enterrado en Anderlecht. Pero los numerosos milagros que ocurrieron en torno a su sepultura hicieron que se veneraran sus reliquias y que su culto llegara a ser rápidamente popular. Es patrón de campesinos, sacristanes y campaneros, sin olvidar que también podría ser patrón de los malos inversores.
Se le presenta como peregrino con bordón y esclavina, pero su atributo es un buey de labranza, y así une en su figura dos aspectos que parecen contradictorios: el de la vida sedentaria con trabajo de la tierra, y el de los afanes del viajero espiritual, sin raíces, buscando rastros de Dios por todo el mundo. La Iglesia hace así de San Guido un símbolo de las dos vertientes complementarias de la actividad cristiana, la de Marta y la de María, a las que podríamos añadir su solicitud cuidando del culto divino como sacristán.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.