Las reliquias de San Jenaro, en su capilla de la catedral de Nápoles, han provocado una identificación del santo con su ciudad, de la que viene a ser la sombra tutelar; él ha protegido a los napolitanos de su amenazador vecino, el Vesubio, de pestes y naufragios. Todo comenzó por el martirio de un obispo de Benevento llamado Januarius junto con seis compañeros de Pozzuoli.
Pero hoy hay más aún. ¿Qué ocurre con las dos ampollitas de sangre del mártir que se conservan allí? Que varias veces al año, y de un modo especial en el día de hoy, 19 de septiembre, la sangre que contienen esos frasquitos, de ordinario seca, solidificada y de color terroso, se vuelve líquida adquiriendo una tonalidad rojo intenso, cambiando incluso de peso y volumen. El prodigio, repetido a fecha fija desde hace siglos, ha sido analizado científicamente: es sangre humana y el fenómeno se produce por causas que se ignoran.
San Jenaro está en el centro de este misterio provocador que se rodea una pompa barroca y meridional que contribuye a exasperar a las mentes racionalistas. No se trata, claro, de una verdad de fe, sólo de un hecho hasta ahora inexplicable suyo simbolismo se recubre de un humor celestial que gusta de escandalizar sobrenaturalmente.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.