Elegido papa en el 492, Gelasio I tuvo un pontificado de cuatro años y medio, distinguiéndose por su energía y una actitud muy firme hacia los herejes: combatió implacablemente a pelagianos, nestorianos y monofisitas, e hizo quemar los libros de los maniqueos. También realizó reformas litúrgicas, pero parece que no es obra suya el Decreto gelasiano que contiene una lista de los libros del canon bíblico.
Intervino en el conflicto que le enfrentó a un obispo cismático de Constantinopla, afirmando en todo momento la primacía de la sede romana y formuló con claridad, quizá por primera vez, la supeditación que en último término debe el poder temporal al espiritual. Fue un Papa que no perdía el tiempo y que en menos de un lustro dejó huella en todas las cuestiones relativas a la fe y a la disciplina. Un aura de inflexibilidad lo rodea.
La idea más común que se tiene acerca de ser santo se relaciona con blandas efusiones teñidas de sentimentalismo, pero la santidad radica muchas veces en ser duro. San Gelasio fue inflexible defendiendo el depósito de la fe y la Iglesia de Roma, no retrocedió ni una pulgada. pero también ha pasado a la historia como el «padre de los pobres» porque para él la caridad significaba tanto ser de hierro custodiando la herencia de Dios como ser de cera y miel atendiendo a las necesidades de sus hermanos.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.