De alta cuna y educación exquisita, Maravillas Pidal no dejaba de destacar su afán de austeridad y caridad: «Hermanas, quisiéramos abarcar el mundo entero, pero como esto no es posible, que no quede sin atender nada de lo que pase a nuestro lado». Dotada de inteligencia superior, firme voluntad, carácter explosivo y alegre, y una singular bondad de corazón, fue una enamorada de Cristo que hizo voto de castidad a los cinco años.
Ingresó en el Carmelo de El Escorial. Su época es la de los mártires españoles del siglo XX. Con su comunidad tuvo que recorrer la España de la Guerra Civil, teniendo muy cerca el martirio, aunque nunca cumplido. Los milicianos que las acosaron seguro quedaban siempre impactados por estas mujeres: «no, si miedo estos milicianos dan, como para no tenérselo, pero como lo más que pueden hacer es quitarnos la vida…»
Ayudó a muchos monasterios, además de fundar diez nuevos de carmelitas descalzas: Mancera de Abajo, Duruelo, Cabrera, Arenas de San Pedro, San Calixto, Aravaca, La Aldehuela, Torremolinos-Montemar, y, por expreso deseo del Papa, en Kottoyam, India. La Madre Maravillas fue canonizada en 2003 por San Juan Pablo II junto a Pedro Poveda, Sor Ángela de la Cruz, Genoveva Torres y José María Rubio.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.