«Madre de todos los hombres», Eva en hebreo significa «vida»; es la Santa más inesperada del calendario. Pero ¿no habíamos quedado en que fue la culpable del pecado original? Porque «por una mujer comenzó el pecado, por culpa de ella morimos todos» se lee en el Eclesiástico. Extraña Santa a la que recordamos por el mal que introdujo en la Humanidad.
Desde la última lejanía de los tiempos, Eva, cubriendo sus vergüenzas con la cabellera destrenzada y larguísima, sigue preguntándonos: ¿Lo hubierais hecho mejor? Débil y conmovedora, imprudente, tentada por la curiosidad y la ambición (¿y si fueses verdad eso de «seréis como dioses»?), en el Génesis aparece como una figura no ya muy femenina, sino humanísima. Somos de su linaje, a qué negarlo.
No podemos ni imaginar lo que era el mundo antes de aquel pecado. El Paraíso terrenal se difumina una imagen edénica en la que no nos reconocemos. Pero en Santa Eva caída, desobediente, frágil, no hay que hacer ningún esfuerzo para ver cómo somos y las consecuencias de toda aquella historia. «Felix culpa» teológicamente hablando, ya que por lavarla se encarnó en el mismo Dios y ha hecho la realidad de la que formamos parte, que nos ha hecho a nosotros.
Fuente: La casa de los Santos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.