22 de diciembre. San Francisca Javiera Cabrini (1850-1917)

Francisca María, una de las numerosas hijas de un campesino lombardo, siendo niña estuvo a punto de ahogarse en un río y desde entonces sintió un miedo invencible al agua; por amor de Dios estaba dispuesta a todo, pero no podía ni pensar en embarcarse.

A los dieciocho años era maestra de escuela, pero cuando quiso ser religiosa fue rechazada en dos conventos por culpa de su débil complexión y de sus vómitos de sangre. Más tarde reoganizó un hospicio en Codongo con un grupo de jóvenes piadosas. Luego en Milán pone en marcha una comunidad, las Hermanas misioneras del Sagrado Corazón, a quienes León XIII quiere mandar lejos. La madre Cabrini sueña con la China, añadiendo a su nombre el de San Francisco Javier, pero el Papa la manda a Estados Unidos, donde un gran número de emigrantes italianos viven en condiciones tristísimas, sin la menor asistencia material y espiritual. En 1889 la fundadora y seis hermanas desembarcan en Nueva York.

Esta monja incansable («Trabajemos, trabajemos, hay toda una eternidad para descansar») recorre el país fundando escuelas, orfanatos y hospitales venciendo obstáculos como el de la lengua (el inglés se le resistía) y el de su dificultad para comprender el ambiente protestante. Se ocupa de los presos de Sing-Sing y también viaja a Sudamérica hasta fundar un total de sesenta y siete casas. Cruza el Atlántico infinidad de veces. Y cuando muere en Chicago San Francisca Javiera Cabrini ya es ciudadana de los Estados Unidos.

Fuente: La casa de los Satos. Un Santo para cada día. Carlos Pujol.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *